miércoles, 29 de octubre de 2014

Reforma Educacional y Social

Padre Fernando Montes S.J.
"Salir de la élite y encarar las desigualdades necesariamente hiere intereses. Como jesuitas lo hemos vivido, ha sido un proceso lento y difícil. Y esta reforma (educacional) va a generar resistencias, de las más variadas que uno puede imaginar", advierte el padre Fernando Montes, rector de la Universidad Alberto Hurtado, al hablar del rol de su congregación en la educación chilena.
Los jesuitas llegaron al país en el siglo XVII instalando colegios. Hoy tienen escuelas populares y pagadas, industriales y humanistas, universidades y planteles para trabajadores. No ha sido fácil, dice.
Recuerda que hace 170 años, cuando se fundó el Colegio San Ignacio de Alonso Ovalle (en el centro), "la labor educativa no llegaba a las clases populares porque los más pobres no estudiaban".
Cuenta que a comienzos de los años 40 construyeron un edificio para trasladar el internado a un terreno que tenían en las afueras de la ciudad (hoy Bilbao con El Bosque). "El proyecto quedó inconcluso y años después se puso ahí un anexo del colegio Alonso Ovalle que daría vida al San Ignacio de El Bosque".
Y confiesa: "¿Sabe? El Padre Hurtado se opuso a tener un anexo, previendo que nos íbamos a encerrar fuertemente en élites. No se equivocó, pero en ese minuto no se comprendió su advertencia".
La resistencia
Ese colegio fue particular pagado "y cuando -movidos por la integración social- se suprimió la cuota de incorporación y se estableció una cuota diferenciada (según la capacidad de pago de cada familias), tuvimos mucha resistencia de algunos apoderados. Se nos fueron cantidades de alumnos porque las familias no querían mezclarse".
-Es doloroso ver cómo tenemos la mentalidad clasista metida en el alma de la sociedad chilena. Pero nuestra historia tiene en su médula la desigualdad, hemos tenido un desarrollo desequilibrado.
Explica que en el siglo XIX "hubo un desarrollo notable en lo político", porque a poco de la Independencia había instituciones políticas instaladas y un sistema de elecciones para quienes sabían leer, escribir y tributaban (1% de la población).
El problema, dice Montes, es que hubo poco desarrollo social y económico, provocando muchas desigualdades que explotaron en la revolución de 1891.
El siglo XX, agrega, fue una lucha por generar igualdad social, pero con mucho descuido del desarrollo económico. "Y llegamos a Frei con la Revolución en Libertad y luego a Allende con la Revolución con empanada y vino tinto. Al final, terminamos con el golpe de 1973 y los militares con un proyecto centrado en lo económico con descuido social y político", detalla.
-¿Cómo ustedes hicieron el giro para abrirse a educar no sólo a la élite?
-Como jesuita hemos tenido una actitud clave: el discernimiento, el mirar la realidad y cuestionarnos, el hacernos preguntas, el dudar de nuestros propios puntos de vista. Porque uno no se da cuenta cómo puede vivir encapsulado. Es muy tranquilizador una religión que no cuestiona nada, donde sólo adoras a Dios y rezas rosarios. ¡Pero Jesucristo no es eso! Por eso es tan interesante la invitación del Papa de salir a las fronteras para escuchar lo que se dice afuera. Siempre creemos que donde vivimos y como vivimos es lo lógico, lo normal. Pero no es así.
Agrega que un punto importante en este proceso fueron las asambleas de obispos latinoamericanas (después del Concilio Vaticano) donde se planteó la necesidad de optar por los pobres. Después, dice, "definimos nuestra vocación asumiendo la promoción de la justicia como parte esencial del servicio a la fe".

Sembrando una catástrofe

-Pero hasta hoy siguen educando a la élite. ¿Cuál es el discurso para ellos?
-Les decimos que van a tener una función social, que salgan y conozcan el otro lado de la realidad. Que tengan pasión por la justicia y sensibilidad por los más desvalidos. Nos dimos cuenta de que la educación no es sólo la formación de una persona, sino que se inserta en un proyecto de país del cual todos somos responsables. Por eso hoy tenemos que tener mucho cuidado, porque la élite va a tener que cambiar si queremos un país moderno, no puede seguir siendo un grupo tan pequeño concentrando todo. Eso, para un país es un desastre. Debemos inculcar el deber de promover un cambio social.
Y advierte: "Estamos sembrando una catástrofe si sólo tenemos una cultura en que cada uno defiende sus derechos y nadie enseña obligaciones, que debo hacer un aporte personal a la sociedad. Es preocupante que los jóvenes hablen sólo de derechos ¿Y de deberes? Cero".
-La reforma habla de la educación como un derecho social.
-Defendamos los derechos, pero no sólo los míos, también los de los otros. En la reforma educacional falta definir qué actitudes vamos a crear en los jóvenes para tener ciudadanos bien formados, responsables y capaces de vivir con otros y para otros. Chile tiene, con todo lo que ha progresado, un corsé que lo constriñe y hace que el país sea desigual. Mientras eso no se encare con verdad absoluta, no cambiará.
Explica que "no es sólo el clasismo del más rico con el más pobre, sino que está inserto en el cuerpo social... todos tratan de subir al peldaño superior apartándose de quienes consideran inferiores".
Y dice que esto es evidente con el copago: "En la más humilde de las poblaciones, el papá que puede pagar $1.000 para que su hijo no se mezcle con el que no puede pagarlo, va hacer cualquier cosa para conseguirlo. Es tal la necesidad de diferenciarse, de aplastar y corretear a los más pobres, que se pasan todos los límites".
por:  Jéssica Henríquez, La segunda

martes, 22 de julio de 2014

Rarezas del alto cielo.

         
Por Aldo Torres
            La Biblia asegura que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. A luz de sus conductas, a veces dudo en esa condición de hombres/mini-dioses deambulando por el mundo. No será, en realidad, el hombre quien crea a los dioses a su propia imagen y semejanza, por eso los dioses resultan coléricos, envidiosos y castigadores. Y en nombre de esos dioses se aniquilan sus seguidores. Los que nos declaramos incompetentes en la tarea de crear dioses, sólo esperamos que Dios nos proteja de sus fanáticos.
Rarezas del mundo y sus salvadores.
Estados Unidos -dueño del mundo, profesor de democracia-, en su vocación divina, se dedica a salvar países inyectando plomo en las heridas. Lo hace en nombre de la libertad, de la democracia y otros subterfugios. La última salvada a Chile arrastró una dictadura de 17 años, con muertos, torturados, exiliados, y un país fragmentado hasta la médula.
El 2003 George Bush invadió Irak, quería salvar al mundo de las armas de destrucción masiva, que decían que ahí había. Mientras salvaban al mundo, los militares norteamericanos arrasaron con miles de vidas. Y como la misión se alargaba, aprovecharon de llevarse el petróleo para sus Armas Financieras de Destrucción Masiva. Al final, por más que revolvieron el desierto y dieron vueltas las casitas de madera, no encontraron ningún arma de destrucción masiva.Las piedras ya fueron estrujadas, y los muertos no resucitaron.
Hoy, en medio oriente, las bombas asesinan a judíos y palestinos (más palestinos que judíos), niños y civiles, nadie se libra del fuego. Las causas son variadas: la limpieza étnica, la ocupación, la verdad divina (todas las guerras son santas, os desafío a que encontréis un beligerante que no crea tener el cielo de su lado, expresó el escritor francés Jean Anouilh).
En otra invasión de Israel en Gaza -la operación plomo fundido- se descubrieron yacimientos de gas en la franja de Gaza, confiscados por Israel. El caso es que continúan regándose de sangre las tierras de Dios (o quien sea que haya inventado todo esto) que, desde arriba, se revuelca de angustia comprobando los crímenes que se desatan en su nombre.
En su nombre, pero también en nombre de los recursos naturales, del control de los territorios, de la geopolítica y las alianzas internacionales.
En fin, rarezas del mundo. Y como el mundo es raro, la comunidad internacional, que poco tiene de comunidad, saca la cabeza por la ventana y mira a cualquier lado. Y cuando habla, saca a relucir su monumental talento para enredar cosas y no decir nada.
Rarezas del lenguaje.
Las bombas de un lado son terrorismo y las del otro son en nombre de la defensa. Las muertes de un lado son terrorismo y las del otro “error”. Y bajo este panorama, vale preguntarse. Estados Unidos, ¿catalogará como terroristas las bombas lanzadas por el gobierno de Israel contra civiles y niños en Gaza? Y en sus exámenes de democracia, ¿considerarán como democráticas las votaciones que dieron el triunfo a Hamas? En fin, ¿salvarán al mundo de una posible amenaza sionista?…
Y las rarezas continúan.
Barack Obama se ofrece como intermediario, mientras Estados Unidos provee de armas a Israel. El mismo Obama, junto con Merkel y Holland justificaron los muertos. Dicen que Israel tiene “derecho a la defensa”. Está claro que ninguna guerra confiesa sus verdaderos fines, siempre se levantan en nombre de la defensa, de la democracia o la libertad. A la Guerra por el Salitre le llaman la Guerra del Pacifico, por ejemplo.
Es curioso, pero las mismas autoridades que justifican las muertes, representan a países como Estados Unidos y Francia, países que junto a Reino Unido, China, y Rusia, son los únicos miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, y que, además, tienen posibilidad de veto. Es decir, esos cinco países deciden qué guerra es legal y cual no. Paradójicamente, esos mismos 5 países son los mayores productores de armas en el mundo. Misteriosa ecuación bélica: quienes fabrican las armas deciden la paz y seguridad del mundo.
Rarezas de este planeta.
La gente, en ataque de cólera, repleta los medios con mensajes en contra del pueblo judío o los palestinos, que es muy distinto al sionismo o Hamas. Daniel Barenboim, judío y pianista, condenó la línea de Netanyahu. Lo mismo hizo Chomsky, declarando: “no es una guerra, es un asesinato. Y al ser contra una población es un genocidio”.Culpar a los judíos por los crímenes del sionismo o a los palestinos por los ataques de Hamas, es como culpar a todos los chilenos por los crímenes de Estado, C.N.I mediante, cometidos por la dictadura de Pinochet.
Pero las rarezas también se alojan en la memoria.
El gobierno de Israel tiene memoria corta. Olvidan que ellos también fueron arrasados por un loco con vocación de salvador, en una de las peores tragedias en la historia de la comedia humana, y, reseteando la memoria, continúan imitando lo que hicieron contra ellos. Una especie de Nazionismo moderno. Me pregunto ¿ser víctimas de una tragedia les da el derecho a matar con total impunidad?, ¿la venganza les da derecho a legalizar las torturas de prisioneros?Israel es el único país del mundo que las ha legalizado.
Las bombas caen en Gaza, pero el eco de su explosión se escucha en otros lugares del mundo. Resulta necesario resucitar la memoria del mundo, y recordar, por ejemplo, que la Primera Guerra Mundial se desató en un par de semanas, en una reacción en cadena que comenzó con el asesinato del archiduque Francisco Fernando, a manos de un nacionalista Serbio. Lo mismo podría suceder en Medio Oriente.
Más ataques desproporcionados del gobierno de Israel, podrían transformarse en solidaridad con Palestina por parte de otro país, con mayor poder de fuego, en contra de Israel. Y entonces, cómo no, entraría Estados Unidos a “salvar” a su aliado, reventando bombas en Palestina, que sonarían en, por ejemplo, Rusia o China, que, ayudando a los palestinos, podrían desatar una terrible catástrofe.
Pero lo más raro de todo es la guerra misma.
Un antropólogo definió al ser humano como un “simio bipolar”. Puede ser tan altruista como un Gandhi, y tan pérfido como un Hitler. En la faceta más horrible del hombre, justifica las muertes en nombre de la libertad, la democracia o la seguridad. Pero las bombas de la libertad, de la seguridad o lo que sea, matan civiles y niños, que no entienden por qué les arrasan los brazos y las piernas.
Tampoco entienden que les quiten la vida por “error”. Las bombas de la guerra no confiesan sus verdaderos fines: matar por que eres distinto, o por que bajo tus pies existen recursos que puedo robarte, o por qué quiero seguir ocupando tu territorio. Las bombas de la guerra atraviesan las fronteras, enredan los ojos de quienes miramos a la distancia, para estallar en el alma y atestarla de ruidos.