lunes, 29 de noviembre de 2010

¿A quiénes amar?

Reflexión personal escrita en noviembre de 1947

Padre Alberto Hurtado Cruchaga S.J.


¿A quiénes amar? A todos mis hermanos de humanidad. Sufrir con sus fracasos, con sus miserias, con la opresión de que son víctima. Alegrarme de sus alegrías. Comenzar por traer de nuevo a mi espíritu todos aquellos a quienes he encontrado en mi camino: Aquellos de quienes he recibido la vida, quienes me han dado la luz y el pan. Aquellos con los cuales he compartido techo y pan. Los que he conocido en mi barrio, en mi colegio, en la Universidad, en el cuartel, en mis años de estudio, en mi apostolado... Aquellos a quienes he combatido, a quienes he causado dolor, amargura, daño... A todos aquellos a quienes he socorrido, ayudado, sacado de un apuro... Los que me han contrastado, me han despreciado, me han hecho daño. Aquellos que he visto en los conventillos, en los ranchos, debajo de los puentes. Todos esos cuya desgracia he podido adivinar, vislumbrar su inquietud. Todos esos niños pálidos, de caritas hundidas... Esos tísicos de San José, los leprosos de Fontilles... Todos los jóvenes que he encontrado en un círculo de estudios... Aquellos que me han enseñado con los libros que han escrito, con la palabra que me han dirigido. Todos los de mi ciudad, los de mi país, los que he encontrado en Europa, en América... Todos los del mundo: son mis hermanos.
Encerrarlos en mi corazón, todos a la vez. Cada uno en su sitio, porque, naturalmente, hay sitios diferentes en el corazón del hombre. Ser plenamente consciente de mi inmenso tesoro, y con un ofrecimiento vigoroso y generoso, ofrecerlos a Dios. Hacer en Cristo la unidad de mis amores. Todo esto en mí como una ofrenda, como un don que revienta el pecho; un movimiento de Cristo en mi interior que despierta y aviva mi caridad; un movimiento de la humanidad, por mí, hacia Cristo. ¡Eso es ser sacerdote!
Mi alma jamás se había sentido más rica, jamás había sido arrastrada por un viento tan fuerte, y que partía de lo más profundo de ella misma; jamás había reunido en sí misma tantos valores para elevarse con ellos hacia el Padre.
Urgido por la justicia y animado por el amor
Atacar, no tanto los efectos, cuanto sus causas. ¿Qué sacamos con gemir y lamentarnos? Luchar contra el mal cuerpo a cuerpo. Meditar y volver a meditar el evangelio del camino de Jericó (cf. Lc 10,30-32). El agonizante del camino, es el desgraciado que encuentro cada día, pero es también el proletariado oprimido, el rico materializado, el hombre sin grandeza, el poderoso sin horizonte, toda la humanidad de nuestro tiempo, en todos sus sectores.
Tomar en primer lugar la miseria del pueblo. Es la menos merecida, la más tenaz, la que más oprime, la más fatal. Y el pueblo no tiene a nadie para que lo preserve, para que lo saque de su estado. Algunos se compadecen de él, otros lamentan sus males, pero, ¿quién se consagra en cuerpo y alma a atacar las causas profundas de sus males? De aquí la ineficacia de la filantropía, de la mera asistencia, que es un parche a la herida, pero no el remedio profundo. La miseria del pueblo es de cuerpo y alma a la vez.
Lo primero, amarlos: Amar el bien que se encuentra en ellos, su simplicidad, su rudeza, su audacia, su fuerza, su franqueza, sus cualidades de luchador, sus cualidades humanas, su alegría, la misión que realizan ante sus familias... Amarlos hasta no poder soportar sus desgracias... Prevenir las causas de sus desastres, alejar de sus hogares el alcoholismo, las enfermedades venéreas, la tuberculosis.
Mi misión no puede ser solamente consolarlos con hermosas palabras y dejarlos en su miseria, mientras yo almuerzo tranquilamente, y mientras nada me falta. Su dolor debe hacerme mal: la falta de higiene de sus casas, su alimentación deficiente, la falta de educación de sus hijos, la tragedia de sus hijas: que todo lo que los disminuye, que me desgarre a mí también.
Amarlos para hacerlos vivir, para que la vida humana se desarrolle en ellos, para que se abra su inteligencia y no queden retrasados. Que los errores anclados en su corazón me pinchen continuamente. Que las mentiras o las ilusiones con que los embriagan, me atormenten; que los periódicos materialistas con que los ilustran, me irriten; que sus prejuicios me estimulen a mostrarles la verdad.
Y esto no es más que la traducción de la palabra «amor». Los he puesto en mi corazón para que vivan como hombres en la luz, y la luz no es sino Cristo, verdadera luz que alumbra a todo hombre que viene a este mundo (Jn 1,9). Toda luz de la razón natural es luz de Cristo; todo conocimiento, toda ciencia humana. Cristo es la ciencia suprema.
Pero Cristo les trae otra luz, una luz que orienta sus vidas hacia lo esencial, que les ofrece una respuesta a sus preguntas más angustiosas. ¿Por qué viven? ¿A qué destino han sido llamados? Sabemos que hay un gran llamamiento de Dios sobre cada uno de ellos, para hacerlos felices en la visión de Él mismo, cara a cara (1Cor 13,12). Sabemos que han sido llamados a ensanchar su mirada hasta saciarse del mismo Dios. Y este llamamiento es para cada uno de ellos, para los más miserables, para los más ignorantes, para los más descuidados, para los más depravados de entre ellos. La luz de Cristo brilla entre las tinieblas para todos ellos (cf. Jn 1,5). Necesitan de esta luz. Sin esta luz serán profundamente desgraciados.
Amarlos apasionadamente en Cristo, para que la semejanza divina progrese en ellos, para que se rectifiquen en su interior, para que tengan horror de destruirse o de disminuirse, para que tengan respeto de su propia grandeza y de la grandeza de toda creatura humana, para que respeten el derecho y la verdad, para que todo su ser espiritual se desarrolle en Dios, para que encuentren a Cristo como la coronación de su actividad y de su amor, para que el sufrimiento de Cristo les sea útil, para que su sufrimiento complete el sufrimiento de Cristo (cf. Col 1,24).
Si los amamos, sabremos lo que tendremos que hacer por ellos. ¿Responderán ellos? Sí, en parte. Dios quiere sobre todo mi esfuerzo, y nada se pierde de lo que se hace en el amor.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Ciencia noética

Leyendo uno de los libros de Dan Brown, me encontré con lo siguiente:

“Las escrituras describen detalladamente un templo material, que es preciso construir. La estructura que describen consta de dos partes: un templo interior llamado sancta y otro exterior llamado sanctasanctórum separado del otro por un delgado velo”.

En la Religión Judía el Sancta Sanctorum, Sancta santórum, Sanctasantórum o "El Santo de los Santos" o "Santísimo" (en Hebreo kodesh ha-kodashim) era el lugar sagrado más importante del tabernáculo y Templo de Salomón, en el cual se custodiaba el Arca de la Alianza.

Estaba cubierto por un paño de color rojo-púrpura y sólo podía entrar en él el Sumo Sacerdote una vez al año durante el Yom Kippur, para ofrecer incienso en el ritual de la expiación y decir el Tetragrámaton sagrado, cuya voz, tiene que ir interpolando cuatro consonantes, y sólo eran conocidos por el Sumo Sacerdote, o por su siguiente sucesor.
La Biblia dice que el día en que Jesús murió en la cruz, el velo que separaba la estructura principal del templo del Sancta sanctorum, se rasgó como ya se había anunciado en la Sagrada Escritura.

Los trabajadores que se hicieron cargo de las reparaciones, tuvieron que dejarse caer en el Santo de los Santos por la parte superior, porque no estaban autorizados a entrar o permanecer en la superficie sagrada. El Santo de los Santos estaba separado por cortinas del resto del santuario y dentro se encontraba la piedra de la fundación del mundo, a saber, la shetiyyah. Según la tradición, esta piedra se encuentra en el centro del mundo, y fue la base sobre la que se creó el mundo.

En el Antiguo Egipto, el Sancta santórum, situado en el eje principal del templo, era el lugar más sagrado y recóndito del mismo, donde sólo los sacerdotes y el faraón tenían acceso. Allí se encontraba el naos y la imagen de la divinidad.

Generalizando un poco, el Sancta sanctórum corresponde al santuario más reservado y hasta secreto de los templos de diferentes religiones.

Es por esto que mientras leía me hizo bastante sentido el hecho que la biblia hablase con palabras oscuras o como lo conocemos en nuestros tiempos “parábolas”, palabras que sirven de ejemplos para los niños, pero encierran conocimiento puro para quienes ya han madurado, entonces qué se podría deducir de lo siguiente?:

“El templo de Dios somos nosotros”

Más allá de lo metafórico, entendiendo que Dios está en todos nosotros, nos hace hincapié que el templo de Dios está en nuestras mentes y así lo hace notar el autor cuando hace la pregunta “Has visto alguna vez un cerebro humano?”, entonces busqué:

El cerebro humano es el centro del sistema nervioso humano y es un órgano altamente complejo. Encerrado en el cráneo, tiene la misma estructura general que los cerebros de otros mamíferos, pero es más de tres veces más grande que el cerebro de un típico mamífero con un tamaño corporal equivalente. La mayor parte de la expansión proviene de la corteza cerebral, una capa de tejido neural plegado que cubre la superficie del prosencéfalo. Especialmente amplios son los lóbulos frontales, que están asociados con funciones ejecutivas, tales como el autocontrol, la planificación, el razonamiento y el pensamiento abstracto. La parte del cerebro dedicada a la visión está también muy agrandada en los seres humanos.

Duramadre
La más externa, la duramadre, es dura, fibrosa y brillante. Envuelve completamente el neuroeje desde la bóveda del cráneo hasta el conducto sacro. Se distinguen dos partes:
Duramadre craneal: está adherida a los huesos del cráneo emitiendo prolongaciones que mantienen en su lugar a las distintas partes del encéfalo y contiene los senos venosos, donde se recoge la sangre venosa del cerebro.

Duramadre espinal: encierra por completo la médula espinal. Por arriba, se adhiere al agujero occipital y por abajo termina a nivel de las vertebras sacras formando un embudo, el cono dural. Está separada de las paredes del conducto vertebral por el espacio epidural, que está lleno de grasa y recorrido por arteriolas y plexos venosos

Aracnoides
La intermedia, la aracnoides, es una membrana transparente que cubre el encéfalo laxamente y no se introduce en las circunvoluciones cerebrales. Está separada de la duramadre por un espacio virtual (o sea inexistente) llamado espacio subdural.

Piamadre
Membrana delgada, adherida al neuroeje, que contiene gran cantidad de pequeños vasos sanguíneos y linfáticos y está unida íntimamente a la superficie cerebral.
En su porción espinal forma tabiques dentados dispuestos en festón, llamados ligamentos dentados. Entre la aracnoides y la piamadre se encuentra el espacio subaracnoideo que contiene el líquido cefalorraquídeo y que aparece atravesado por un gran número de finas trabéculas.

Luego de esto me di cuenta que la analogía era bastante cierta, nuestro templo es la mente…Cuanta información podría estar oculta entre líneas (y parábolas?), cuando conocimiento no se ha demostrado, pero esta presente en libros de filosofía, historia, así como en la misma biblia, no por nada es uno de los libros más antiguos del mundo, traspasando las barreras generacionales y que ha contado con una gran cantidad de científicos afanados por descubrir sus misterios, sin ir más lejos Isaac Newton, que para nuestra tranquilidad predijo, a partir de un extracto de la biblia, que el fin del mundo sería el año 2060 de nuestra era…

Me cuestioné que tan cierto era esto de la ciencia noética, tan nombrada en el libro, para los que no la conocen la ciencia noética es la disciplina científica que investiga la naturaleza y potenciales de la conciencia, empleando para ello múltiples métodos de conocimiento, incluyendo la intuición, el sentimiento, la razón y los sentidos. La ciencia noética explora el mundo interior de la mente (la conciencia, el alma, el espíritu) y cómo se relaciona con el universo físico.  Se la considera la nueva ciencia del siglo XXI y en pocas palabras trata de demostrar las repercusiones de la mente sobre el mundo físico, si bien aún no es considerada ciencia puesto que tiene asociado un alto grado de subjetividad, se piensa que en el futuro sería capaz de medir fenómenos actualmente no mesurables, preguntas cómo  existe una conciencia cósmica?, es posible demostrar la existencia del alma?, el pensamiento canalizado puede afectar cualquier cosa?, entre otros.


Por lo visto tendremos que seguir esperando…

"Un Aporte de Jesús Zamorano...." 

viernes, 5 de noviembre de 2010

Canto General

LAUTARO (1550)
 
La sangre toca un corredor de cuarzo
La piedra crece donde cae la gota
Así nace Lautaro de la tierra


EDUCACIÓN DEL CACIQUE
Lautaro era una flecha delgada.
Elástico y azul fue nuestro padre.
Fue su primera edad sólo silencio.
Su adolescencia fue dominio.
Su juventud fue un viento dirigido.
Se preparó como una larga lanza.
Acostumbró los pies en las cascadas.
Educó la cabeza en las espinas.
Ejecutó las pruebas del guanaco.
Vivió en las madrigueras de la nieve.
Acechó la comida de las águilas.
Arañó los secretos del peñasco.
Entretuvo los pétalos del fuego.
Se amamantó de primavera fría.
Se quemó en las gargantas infernales.
Fue cazador entre las aves crueles.
Se tiñeron sus manos de victorias.
Leyó las agresiones de la noche.
Sostuvo los derrumbes del azufre.



Se hizo velocidad, luz repentina.
Tomó las lentitudes del otoño.
Trabajó en las guaridas invisibles.
Durmió en las sábanas del ventisquero.
Igualó la conducta de las flechas.
Bebió la sangre agreste en los caminos.
Arrebató el tesoro de las olas.
Se hizo amenaza como un dios sombrío.
Comió en cada cocina de su pueblo.
Aprendió el alfabeto del relámpago.
Olfateó las cenizas esparcidas.
Envolvió el corazón con pieles negras.

Descifró el espiral hilo del humo.
Se construyó de fibras taciturnas.
Se aceitó como el alma de la oliva.
Se hizo cristal de transparencia dura.

Estudió para viento huracanado. 
Se combatió hasta apagar la sangre.

Sólo entonces fue digno de su pueblo.

- Pablo Neruda -